café humeante

café humeante

domingo, 17 de enero de 2016

Empiezo a sentir que este año va a ser... bueno

Cosas pendientes del 2015:


1. Encontrar trabajo
2Ahorrar (a quien quiero engañar, esto no se me da bien)
3. Menos tímida (Esto va a ser chungo)
4. Más sociable (y esto tambien)
5. Conocer gente (y esto...)
6. Positiva (hay que intentarlo)
7. Leer más
8. Sonreír más (no debería ser tan difícil... no?)
9. Encontrar motivación
10. Aprender a tocar la guitarra
11. Nuevo tattoo
12. Volver a bailar
13. Hacer longboard/patinar
14. Comprarme un skate
15. Hacer más manualidades
16. Ir a España
17. Menos exigente conmigo misma (why not)
18. aprender alemán
19. Nuevo corte de pelo

Nota mental: 5/17 en un año... Hay que seguir intentándolo...

Cosas que hacer en 2016

1.  Encontrar trabajo
2. Ahorrar
3. Menos tímida
4. Más sociable
5. Conocer gente 
6. Positiva
7.  Ivitar a Charlie
8.  Ir a Milán con Charlie
9.  Ir a Disneyland Paris con Charlie
10. Sonreír más
11. Nuevo tattoo
12. Aprender a tocar la guitarra
13. Volver a bailar
14. Comprarme un skate
15. Encontrar motivación
16. Hacer más manualidades
17. Menos exigente conmigo misma
18 Aprender alemán
19. Livin' la vida loca

Nota mental: Este año va a ser la polla ; )



[Insert inspirational quote here]





martes, 20 de octubre de 2015

Pensamientos humeantes y chocolate revuelto

Me despierto de golpe; algo me saltó encima. Durante un momento no me doy cuenta de qué es pero luego recuerdo que tengo una gato un poco cabrón al que le gusta saltarme encima cuando quiere algo, ya sean mimos, comer o despertarme de mi letargo. Supongo que ya es hora de levantarse, parece más tarde de lo habitual, hay demasiada luz en la vetana aunque sea gris y ténue (sí, duermo con la persiana subida, vale?). Me siento en la cama y observo a Castiel, que se ha sentado delante de la ventana y golpea el cristal con su pata. Está jugando con las gotas de lluvia que resvalan por el cristal. Sin saber porqué, me quedo embobada mirando, observando la nada. Mientras Cas sigue maullando a la ventana, yo me dejo envolver por el sonido del agua que cae con fuerza contra el cristal. Es relajante.
El piso está sumerjido en un silencio tétrico e inquietante, como en las películas después de haber muerto uno de los protagonistas o algo así. El color del cielo fuera es de un gris oscuro, mi preferido, y la lluvia cae como si no hubiera mañana, en mucha cantidad pero no demasiado fuerte. Siento que va a ser uno de esos días de pensamientos humeantes que hinundan mi espíritu mientras tomo una taza de chocolate un poco revuelto, intentando concentrarme en la lectura de algún libro que cogeré al azar de la estantería, acurrucada en el sofá y envulta en una manta.
 Cuando mis ojos vuelven a enfocar me doy cuenta de que el gato se ha movido. Ahora está justo a mi lado, lo cual me hace sobresaltar. Pero a Cas se la pela y pasa delante mía metiéndome los pelos de la cola en los ojos y en la boca, como siempre, y da un salto hacia la ventana otra vez. Quiere salir. Me quedo observándolo otro minuto mientras me mentalizo de que es hora de desayunar y de que voy a tener que moverme. Mi cuerpo se balanceó hacia adelante aunque me parece que no ha sido precisamente mi cabeza que se lo ha ordenado. Ha sido más bien un reflejo. Abro la ventana tan automáticamente como el movimiento anterior pero Castiel no sale. Sin embargo el frío de la calle entra en la habitación y me corta la respiración, como cuando alguien abre la ventanilla en plena autopista y el viento te sienta como una hostia en las narices y tienes que abrir grande la boca para poder respirar. Eso mismo he tenido que hacer. Por un momento me enfado con el minino por haberme hecho abrir la ventana para nada y luego me doy cuenta de que el frío me ha hecho espabilar y se me pasa el cabreo. Lo cogo en mis brazos y me lo llevo a la cocina para darle una golosina. Con un poco de suerte eso le hará quedarse en mi regazo haciéndome de estufa mientras desayuno.

No sabes cuánto jodidamente me gustan los domingos así.






sábado, 10 de octubre de 2015

Rincón de felicidad

En el aire flota un aroma a lluvia y el viento desnuda lentamente los árboles, creando así alfombras rojizas, amarillentas y marrones. Las calles se llenan de gente en chaquetón y botas de agua y de paraguas. El cielo se cubre de un velo gris pálido, dando una sensación de falta de luminosidad que casi obliga a encender la luz en casa, o más bien que da ganas de encenderla.

Es uno de esos días en los que estás  más dormido que despierto y no sabes muy bien qué hacer. Estoy sentada delante de la ventana aún en pijama, con mi libro en una mano y una taza de café calentita en la otra pero ni siquiera esto consigue que aparte la vista de lo que sea que me está distrayendo de mi lectura y mi taza. Solo tengo ganas de ir a pasear, pasear todo el día sin pararme y llegar lo más lejos  posible y pensar, pensar en todo y en nada, aclarar mi mente de algo que la esta turbando. O quizás solo necesite aire porque siento como que se está asfixiando. Necesito salir. En un impulso no muy racional apuro el café, me visto y salgo por la puerta sin a penas avisar. Con las prisas olvido mi teléfono y mis auriculares pero como ya estoy fuera y me da pereza volver a subir, decido que es mejor así; no me distraeré con los mensajes de whatsapp.

Recorro las calles de mi vecindario en busca de algún sitio interesante al que ir, pero no conozco nada aquí así que de momento me limito a caminar sin rumbo. Me gustaría encontrar una zona de bosque, un refugio o algo así, el aire de ciudad me embota el cerebro. Definitivamente hoy necesito escaparme de todo esto. El cielo se ha cubierto un poco más, hay menos luz que antes y casi tiene pintas de querer llover, lo que me incita a volver a casa. Pero aún no, quiero desaparecer de aquí. Cuando levanto la cabeza para observar el cielo, mi mirada se cruza con un cartel interesante: hay un bosque un poco más arriba, subiendo la calle a mi izquierda y sin pensarmelo dos veces me dirigí hacia allí.
Después de media hora de caminata por aquella interminable subida de asfalto empezaba un sendero escondido entre los árboles con un único cartel que indicaba su entrada. Inexplicablemente emocionada, me adentro por el caminito embarrado y empiezo a caminar admirando los árboles y las malezas a sus pies, cogiendo grandes caladas de oxígeno. El olor a pino parece lavarme los pulmones y refrescarme el ccerebro. Tras pocos minutos de caminata decido alejarme del camino y adentrarme en el bosque aunque me arriesgue a arañarme las piernas por las zarzas, pero sinceramente, eso me da bastante igual. Me siento libre, aunque se que será solo temporal, que cuando vuelva a casa me sentiré igual que esta mañana pero prefiero no pensar en eso ahora. La soledad del bosque, la tranquilidad de este momento me hacen sentir bien, ahora puedo pensar con claridad y ordenar mis pensamientos que hace 45 minutos se peleaban  por estar estar en primera fila para ser escuchados. Ahora cada cosa está en su sitio y puedo seguir paseando, prestando atención a los detalles del bosque y a cada uno de mis tormentos.

Sin darme cuenta ha empezado a llover. Cuando alzo la cabeza, el cielo está de un gris oscuro, casi negro y llueve a cada vez un poco más fuerte. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no había visto el tiempo volar. Y tanto. Ya era casi la una y media, me fui a las nueve y debería haber vuelto a las doce para comer. A demás no tengo el teléfono así que no pude avisar de que no llegaría para la comida. Está clarísimo que me va a caer bronca.

Pero eso da igual. La lluvia cae a cántaros, huele a otoño y he encontrado mi rinconcito de felicidad.

Cómo me gusta octubre.



lunes, 16 de febrero de 2015

Encuentros inesperados que te alegran la tarde



Caminaba con los auriculares puestos, provista de chaquetón, bufanda, guantes y las botas de nieve. La lista de canciones ya estaba llegando a su fin y en medio minuto volvería a empezar. Lo que quería decir que ya llevaba caminando una hora y media divagando y soñando despierta, fijándome en cada detalle del bosque que tenía a la derecha y del campo de cultivo de la izquierda, con la nieve ahora medio derretida. Estuvo lloviendo los tres últimos días y por suerte la nieve me llegaba a los tobillos, sino hubiese tenido que dar media vuelta y volver a casa. 
Estaba siguiendo un camino por el que aparentemente debe pasar un tractor, aunque creo que no ha debido venir mucho por aquí desde que empezó a nevar. El camino es más largo de lo que creía y andar en la nieve es más difícil de lo que me imaginaba cuando decidí salir a pasear. Miré el reloj para saber cuánto tiempo me quedaba antes de que empezase a anochecer y me alegré al ver que aún tenía dos buenas horas para seguir paseando. Seguí caminando...no tenía ganas de volver a casa aún. Necesitaba despejarme la cabeza y aclararme las ideas.
Después de tres cuartos de hora de marcha mi teléfono vibró para avisarme de que casi no me quedaba batería. Me apoyé contra el árbol que me quedaba más cerca para descansar un poco y guardar los auriculares en el bolsillo. Era un árbol delgaducho, intenté abrazarlo y lo conseguí sin ningún problema, pero parecía tan fuerte y robusto como los demás. Me lo imaginé soportando vientos y lluvias torrenciales, el peso de la nieve sobre sus ramas y el frío hiriente de las noches invernales.
Fui despertada de mi sueño por un ruído de ramas que venía del bosque. Rodé sobre mi brazo derecho, quedando ese lado de mi cuerpo oculto por el árbol y busqué con la mirada entre las ramas y sobre la nieve de dónde podía venir el ruído. Otro cujido más y un pájaro salió volando de una rama, haciendo caer la nieve que había sobre ella. Observé cómo caía al suelo y me asombró su silencio. Parecía una nube de algodón que se escapaba del cielo encapotado y ajetreado de esta tarde para convertirse en algo más tranquilo, como si quisiera escapar de su movimiento y reposarse un momento, hasta que el sol la derrita y vuelva a su estado inicial. 
Aterrizó con un sonido sordo y justo al lado del montoncito de nieve que se creó, un animal se movió, sobresaltado. A primera vista no lo enconté, pero fijándome un poco más... Ahí estaba, un pequeño y hermoso zorro que se había subido a una ramas rotas a unos pocos metros de mí. No parecía haberme visto así que me quedé todo lo quieta que pude, observándolo. Me agaché lo más despacio posible y afortunadamente el animalillo no se dió cuenta de mi presencia. 
Siguió a lo suyo, observando la nieve atentamente, como buscando algo... Quizás cazando.
Y de repente saltó de su puesto de vigía persiguiendo su presa, saltando con gracia y agilidad.Lo vi unos pocos metros, luego desapareció.
Nunca pensé que me cruzaría con un zorro, pero me alegro de habermelo encontrado porque mejoró el resto de mi tarde. Me sacudí las rodillas y volví a casa con el recuerdo de este simpático animalito.

jueves, 1 de enero de 2015

Fin de año

31 de diciembre de 2014....


 Un año de emociones en lucha constante y en la cual la tristeza se abrió paso sobre las demas. Preguntas que me rondan la mente desde hace tanto. ¿Que pasará? ¿Irán mejor las cosas? ¿O será siempre la misma historia? ¿...?


No voy a mentir. Ha habido muy buenos momentos a lo largo de este año. Pero la felicidad de aquello fue efímera y ahora solo quedan recuerdos. Y entre cada uno de esos momentos preciosos se escondían horas, días de tristeza y de llorar en mi habitación. Fingir una sonrisa para no preocupar a los demás, para fingir felicidad y no tener que contestar a otro "Que te pasa?" .


Ahora sólo me queda seguir con la rutina de siempre, la de todos los días, la de todos los años desde hace 5. Mirar el pasado, seguir lamentandome por lo que no hice o lo que no puedo hacer ahora por estar lejos de todo y de todos. Como esta noche, privada de salir con mi mejor amiga porque ella esta en España y yo en Suíza.  Y al pensar en esto, otra vez, tristeza.
Sinceramente, ha sido un año de mierda. Me esperaba algo mejor, como todos los 31 de diciembre. Hace mucho que estos días de fiesta han dejado de serlo para mí. Y aún así, cada 31 al dar la media noche, deseo sin uvas que tomar que el año que entra sea mejor. Que suceda algo que me haga desear, creer en algo y hacerme querer conseguirlo.


...Y el nuevo año llegará en unas horas y las mismas preguntas me rondarán la cabeza, igual que el año pasado y el anterior y el anterior.....

jueves, 2 de octubre de 2014

Miedo

Y lo dificil que me resulta dormirme por las noches...

Sin echarlos de menos, sin ponerme triste. A veces incluso con ganas de llorar. Otras, sin poder evitarlo. Con el unico consuelo de los recuerdos, de las fotos y de los buenos momentos. Ganas de no hacer nada, de no salir. De no dedicarme a nada, simplemente cuidar a estos crios y quedarme encerrada en mi cuarto.

Y levantarme por las mañanas muy a mi pesar con los llantos del bebe, desganada, tras pasar una mala noche, a veces con los ojos doloridos de llorar. Y no poder hacer otra cosa que fingir una sonrisa para agradar a todo el mundo.

Estoy mas sola y perdida que nunca. Sí, tengo miedo. Miedo de todo. Miedo de acabar olvidandolos, miedo de no ser capaz de recordar lo que para mi es hoy tan importante, miedo de que se olviden de mi, miedo de que no me recuerden. Pero tambien tengo miedo de todo lo nuevo. Miedo de este sitio, de conocer gente, de adaptarme a un teclado con las letras Y & Z invertidas y sin la letra eñe ni tilde, de integrarme, de hablar el idioma, de rehacer mi vida en este lugar. Miedo de comenzar una nueva vida...

"Necesitas salir" me dice mi madre. Pero con quien? A donde? Yo sola? Sin conocer nada de este sitio? Gracias, pero no. A demas las relciones publicas nunca han sido mi fuerte.

Esto no es facil, y el que os haya dicho lo contrario, esta mintiendo. El que os diga que estoy exagerando, que se vaya a la mierda, porque no ( perdon por la palabra). El que os diga algo asi es que no tiene ni idea.  Sinceramente, cualquiera que haya tenido que pasar por esto os los puede confirmar. Nunca fue facil dejar atras a tu mejor amiga/o, a tus conocidos e incluso a tu pareja...

No os haceis una idea de cuanto los hecho de menos.

viernes, 20 de junio de 2014

El tiempo se acaba

Cuando de repente el tiempo pasa como a velocidad avanzada y te parece que no estás disfrutando todo lo que podrías....

Me da la sensación de que estoy perdiendo el tiempo en vez de estar disfrutando lo que me queda aquí. Ya no son más que unas pocas semanas, aún no se qué día me iré pero a cada vez que me paro a pensar en eso el corazón se me para. Me parece que no estoy aprovechando al máximo este poco tiempo que me queda con todos los que quiero y es algo que me está matando por dentro. Aún estoy aquí pero ya los echo de menos a todos.
Me vengo abajo a cada vez que pienso que dentro de un mes no podré llamarlos para quedar a tomar algo, y esto es algo que no me hace falta pensar demasiado porque por desgracia se está convirtiendo en realidad.... Cada día, cada hora estoy más cerca de ese final y más lejos de mis amigos y mi novio, cada momento me siento con ganas de llorar porque no me quiero ir, es demasiado difícil obedecer una decisión que yo a penas tomé.
No quiero volver a mudarme; perder todo otra vez y tener que empezar de cero de nuevo, en un nuevo país, con un nuevo idioma....
Ya se que ahora lo único que me queda es ser fuerte, valiente y disfrutar al máximo de estos últimos instantes con los que más quiero e intentar pensar lo menos posible en todo esto que esta pasando, pero a veces es inevitable sentirme triste y con ganas de llorar toda la noche.